Madrid 9 de Diciembre de 2011
03:00
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El sueño fue tan real,
todavía puedo ver su cara; su sonrisa perfecta, aquellos ojos llenos de vida,
su nariz respingada, la forma en la que su cabello negro caía sobre su rostro.
En el sueño le acariciaba la cara, mientras ella movía sus labios y “creo” que
me decía algo.
Fue emotivo, verla de nuevo,
tocarla aunque todo fuera una ilusión. Tengo miedo de olvidarme de ti, María.
Te extraño, mi amor.
Cuando desperté, lo primero
que vieron mis ojos fue a Claudia. Y, de alguna manera, sentí una especie de conexión
entre las dos, de semejanza. En verdad no se parecen en nada, María con su pelo
negro azabache contrastaría demasiado al lado de la niña. Aun así, es
reconfortante observar a Claudia ahora, con María todavía en mis pensamientos.
En fin, mañana hoy
tendré que salir a buscar comida, ya no nos queda nada. Voy a ir a por las
llaves a la garita del portero a primera hora de la mañana, y luego entraré en cada piso
en busca de víveres.
Ha estado todo muy callado
estos dos últimos días, no he visto a ninguno de ellos rondando por abajo. Me
gustaría tomármelo como algo positivo, pero por alguna razón no puedo… me
siento más seguro teniendo al enemigo a la vista.
Vale, intentaré volver a
dormir, tengo un arduo día por delante. Sólo espero que el mismo sueño se
vuelva a apoderar de mi mente. María…
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