Friday 21 September 2012

POST LV - El reloj negro de John III



La ropa se adhería a su cuerpo debido al esfuerzo físico y el estrés se había instaurado en su espalda; Marcos sentía que iba a explotar. Cada vez que su pie tocaba el suelo, era como si un terremoto recorriese su cuerpo. Otros tres zombies más ya estaban a escasos pasos de Rambo, entonces el perro sintió como algo tiraba de su cuello. Rambo giró para encontrarse a su dueño tirando de la soga. El perro miraba de Marcos a los muertos, como diciendo “Mira, ¿no los ves?”. Pero al tercer tirón desistió y comenzó a correr a la par de su amo.

John estaba de pie al lado del coche, su mano danzando en el capó, profiriendo todos los insultos habidos y por haber en la lengua inglesa. Sus ojos contemplaban aprensivos a su amigo corriendo extenuado detrás del perro y a una masa incomprensible de muertos pisándole los talones. Pensaba que los tímpanos le estallarían en cualquier momento, debido al estridente sonido que escapaba de aquellas agonizantes bocas.

Rambo llegó primero al coche, John se subió y le dio una palmada al asiento para que el perro le imitara. Cuando Marcos estaba a unos treinta metros, aquel dolor en el gemelo derecho decidió regresar. Sin poder controlarlo, su pierna derecha se dobló y calló hacia adelante abriendo sus manos por un segundo, dejando caer las llaves.

-¡Marcos! -gritó John saliendo del coche.

Rambo intentó ir a por su amo, pero John había cerrado todas las puertas y ventanillas.

Su frente era un témpano que le nublaba la vista, mientras se arrastraba como un gusano en busca de las llaves. John corría hacia él, cuando su amigo logró alcanzar las llaves; se puso de pie como pudo y con una mirada elocuente se las tiró. John se quedó quieto.

-Go! –rugió Marcos mirándole profundamente a los ojos.

John hizo un amague de ir a por Marcos, pero sus ojos se posaron en la interminable procesión de muertos que venía detrás y comprendió que sería un suicidio. Emitiendo una sonrisa dolorosa a su amigo, se dio la vuelta y corrió hasta llegar al coche. Lo puso en marcha y, sin atreverse a mirar atrás, comenzó a recordar los obstáculos mentalmente a medida que avanzaba a toda velocidad, las ruedas del coche desparramando polvo y piedras por doquier.

-Left, right, right, left, right, left, left… -el obstáculo -una ambulancia con todas sus puertas abiertas- estaba a su “right”, pero John se había quedado completamente bloqueado-. Left…? –El inglés se percató al último instante y cuando quiso cambiar la trayectoria, el Citroën Xara colisionó de costado con la ambulancia. John sintió la vibración en el volante y como perdía el control del vehículo. Éste salió despedido a la derecha y redujo la valla metálica a escombros, lo que no impidió que el automóvil continuara rodando por el terraplén.

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