Monday 17 September 2012

POST LIII - El reloj negro de John


Madrid 18 de Diciembre de 2011
 
La figura de John fumando un cigarrillo se reflejaba nítidamente en la piscina. 4:47 marcaba su reloj Longiness negro, un regalo de su esposa justo antes de venir de vacaciones a Madrid. John intentaba mantener su mente ocupada el mayor tiempo posible, de lo contrario, en momentos como éste, Valerie invadía sus pensamientos. “Help me, John! Help me, please!” “I can’t, Val! I just can’t!”

Su esposa había sucumbido ante los infectados que irrumpieron en su habitación de hotel. Una puerta atascada impidió que John compartiera el mismo destino que Valerie. Ahora sus gritos de agonía se infiltraban en su cerebro y en cada poro de su piel. La luna estaba en cuarto menguante, otorgando una tímida luz blanquecina a la noche. John contemplaba la nada misma. Un suave viento gélido mecía el agua y sus pensamientos al mismo tiempo. 

4:55, esa alambrada no iba a aguantar por mucho tiempo más. John se dirigió a buscar a sus dos compañeros de aventura.


-¿Sí?

-Soy yo -dijo John.

La puerta se abrió dando paso a Marcos con una improvisada correa y Rambo. Aun en la oscuridad John podía vislumbrar el miedo en las facciones de su amigo, “como dos espejos” pensó John. En silencio absoluto descendieron hasta la planta baja, nadie vino a despedirles. Se miraron durante unos segundos el uno al otro antes de saltar a la piscina; el frío de diciembre era casi tan aterrador como los infectados.

-Now! -dijo John y saltó.

Instados por su amigo, Marcos y Rambo se adentraron en las aguas congeladas. Ambos reprimían la necesidad de gritar de dolor. Si los muertos no les mataban, sería una hipotermia que seguramente terminaría el trabajo. Atravesaron la piscina nadando como robots, con el único consuelo de mudarse de ropa tan pronto como llegaran al coche. John guardaba unas cuantas prendas en el maletero para tales ocasiones.

Tiritando de frío, llegaron a la puerta principal. John se disponía a abrirla cuando Marcos intercedió.

-Espera -susurró-, mira lo que hay junto al coche.

John se quedó lo más inmóvil que su cuerpo le permitió y miró a través de los barrotes de la puerta. Una mujer -tendría unos 18, 20 años al haber muerto- estaba junto al Citroën Xara, contemplando la ventanilla del conductor. En ésta se reflejaba la luna y al parecer era todo un espectáculo para la condenada. Sus decrépitos dedos acariciaban el espejismo y desde su boca escapaba un hilo negro, de algo que aparentaba ser saliva. John se preguntó si Southampton estaría lleno de estas criaturas. Según los últimos reportes que se habían emitido en la televisión, Inglaterra, al igual que el resto de Europa, había sucumbido ante la plaga.

-Debemos hacerlo en silencio -musitó Marcos y desenfundó el cuchillo que traía en su cinturón.

John asintió con su arma blanca entre manos. Con frío en sus cuerpos y nervios en el estomago, tiraron de la puerta con cuidado hacia adentro. [Crii] La puerta chirrió levemente,  la infectada dejó escapar un gruñido y giró la cabeza en dirección a ellos. Mantuvo la vista en la puerta durante unos segundos, el liquido negro cayendo a gotas en el suelo, hasta que se cansó y devolvió la mirada a la ventanilla y su interminable película lunar.

Ambos respiraron profundamente y tiraron una vez más de la puerta. Si no fuera por la mano con la que Marcos tenía asido a Rambo por el hocico, éste ya hubiese ladrado apenas ver a la mujer. Marcos podía sentir la tensión en el perro; los pelos de su espalda asemejaban a los de un gato antes de comenzar una pelea.

Parecía que en esta ocasión la puerta se comportaría, pero no fue así. Esta vez la muerta se giró por completo y comenzó a caminar hacia ellos. El sonido gutural que escapaba de su boca, hizo que ambos dieran un paso atrás. La infectada se acercaba a paso firme, sus pies descalzos parecían adherirse a la acera con cada pisada. Marcos soltó a Rambo y, cuando éste empezaba a ladrar, él ya corría hacia la muerta con su cuchillo en alto, captando la imagen de la luna.

Al posar sus ojos vacíos en Marcos, la infectada se lanzó como un misil. Estando a un paso de distancia, Marcos trató de esquivarla y apuñalarla por la nuca. Sin embargo, la muerta fue más rápida y le agarró por la manga de su jersey, tirándole al suelo. El cuchillo salió despedido y quedó a varios centímetros de distancia. Ahora la infectada estaba encima de Marcos dando dentelladas a su cara, con aquella saliva negra salpicándole el rostro. Él la sostenía por los hombros, pero la fuerza que ejercía la condenada acrecentaba, mientras que las suyas iban flaqueando de a poco. Detrás de aquella violenta expresión -de esa máscara que los muertos están obligados a portar- Marcos creyó distinguir tristeza; una tristeza perteneciente a la persona atrapada en el cuerpo de esta criatura. La joven tenía un mechón de pelo pegado a su rostro; la mujer había sido pelirroja. De repente sintió como algo tiraba del cuerpo de la infectada hacia atrás; Rambo había mordido el dobladillo de su pantalón e intentaba quitarla de encima de su amo.

Un sonido seco, uno húmedo y por último una explosión de sangre negruzca terminaron con la vida de la desdichada. El cuerpo rodó hacia un lado y Marcos vio a John extendiéndole la mano. Aún con el aliento de la mujer en sus pulmones, y con el rostro cubierto de una sustancia negra pegajosa, Marcos se sentó al borde de la acera y vació los contenidos de su estomago.

2 comments:

  1. Pobre chica... debía de ser muy guapa aun siendo una pútrida zombie. Me gusta como la describes: desde la suavidad de sus manos, sus delicados dedos, su piel fria y suave, sus humedos pies descalzos, su boca chorreante de babas, su asqueroso aliento. He conocido muchas chicas así jajaja. En serio, muy buen relato, saludos !!!

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    1. Hola Shaun,

      Creo que tú la has descrito mejor en tu comentario, que yo a lo largo del capítulo jeje

      Aún no he tenido la "suerte" de conocer a una chica así, de momento tendré que imaginarmelas. Tal vez a ti te convenga hacer lo mismo, es... menos aterrador ;)

      En fin, gracias por leer la historia y por comentar.

      ¡Un saludo!

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