Saturday 25 August 2012

POST XLVII - ¡Despierta!

Madrid 18 de Diciembre de 2011

03:53

-Despierta -las palabras de John fueron como un cubo de agua.

-¿Qué -balbuceé-, qué?

-Estamos reunidos. Tenemos que decidir qué hacer.

Más cansado de lo que me había ido a dormir, me puse de pie. Enseguida note la ausencia de Claudia.

-No preocupes, está con Laura -dijo y me alcanzó mis pantalones-. Vamos.

Por segunda vez en el mismo día, nos dirigimos a la casa de Eduardo. John llevaba una pequeña linterna que apagó antes de entrar al piso. Era la madrugada y apartamento estaba completamente a oscuras.

-Bien -la voz de Eduardo provenía del centro del salón-, ya estamos todos -hizo una breve pausa que nos permitió oír a nuestros invitados en la alambrada-. Tenemos que idear un plan para deshacernos de ellos, ¿alguien tiene alguna idea?

Cuando nadie hablaba, el piso aparentaba estar vacío. Pero no había otra alternativa, si encendíamos una vela o usábamos las linternas; les estaríamos señalando el camino a los infectados. Y ya he visto cómo reaccionan ante tales estímulos. Derrumbarían la alambrada en cuestión de minutos y vendrían directo a nosotros, poniendo sus quejidos por los cielos; lo cual atraería a aun más infectados. No duraríamos mucho.

-Yo tengo un idea.

-¿John? -preguntó Eduardo.

-Cojo el coche y -sentí su mano en mi hombro- si Marcos está ok, me llevo a Rambo. Damos la vuelta, circling la urbanización para llegar a la carretera. Allí, desde un distancia segura, toco el claxon y bajo la ventanilla para que Rambo ladra. Cuando vienen hacia nosotros, conduzco hacia otro lugar y les perdió allí.

Aún en el silencio podía oírles pensar, evaluar el plan de John. Eduardo fue el primero en hablar, lo cual hizo que me percatara de la ausencia de Mario.

-Es demasiado arriesgado -dijo negando con la cabeza.

-¿Qué plan no lo sería -dije- bajo estas circunstancias? Siendo yo el culpable -hice una breve pausa, pero nadie acotó nada-, iré con John y me aseguraré que Rambo ladre tan fuerte como pueda.

-Vamos a kick ass -dijo John y me dio una palmada en la espalda.

-¿Estáis todos de acuerdo? -oí la voz de Eduardo cerca de nosotros.

Silencio.

-Pues está decidido -nuestro anfitrión abrió la puerta y culminó-. John y Marcos, si sois tan amables de quedaros -Escuché a dos personas salir del piso; a una pude olerla, a la otra la delataba los pequeños pasos que acompañaban su caminar. Cuando las dos mujeres se hubieron ido, Eduardo nos increpó.

-¿Qué estáis haciendo?

-¿Tú tienes un plan? -pregunté deseando que fuera así.

-No, pero…

-Es lo mejor, lo más rápido. Marcos y yo podemos ir ahora.

-¿Eduardo? -dije, esperando que de esa mente saliera alguna alternativa que nos permitiera deshacernos de los muertos sin arriesgar nuestras vidas.

-Vale, si no queda otra alternativa -sentenció.

-Vamos -dijo John caminando hacia la puerta.

-¿Marcos? -me llamó cuando estábamos a punto de salir.

-Te veo en unos minutos.

-Vale, John -dije y me giré para mirar a Eduardo-. ¿Qué pasa?

Él me observaba con esos ojos verdes desgastados.

-¿Estás seguro?

-No, pero ¿qué otra alternativa tenemos?

-¿Has pensado en tu hija? -preguntó mirándome a los ojos.

-Es por ella que lo hago -dije al mismo tiempo que me percataba de que nunca había dicho que Claudia no era mi hija; ya no tenía sentido hacerlo.

-Si tan sólo hubiera una forma más segura…

En el silencio pude escucharles… sus gritos de agonía; teníamos que actuar rápido.

-Lo sé, Eduardo -me acerqué y le extendí la mano-. No es tu culpa. Es el mejor plan que se nos ha podido ocurrir.

-Sí, lo es -acotó y estiró su mano.

Nos otorgamos una mirada fugaz y abandoné el piso.

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