Saturday 7 July 2012

POST XXXI - Bienvenidos


Después de lo que me pareció ser una eternidad, salimos del otro lado con los miembros entumecidos. Ya sentada al borde de la piscina, Claudia comenzó a toser. Le di unas palmaditas en la espalda, evitando mostrarle lo preocupado que me sentía por su salud; su tos era tan frágil… y el agua seguía cayendo sobre ella. Me quite mi chaqueta verde militar y la cubrí lo mejor que pude. Ella dejó de toser y levantó la cabeza; me miró a los ojos esbozando una tímida sonrisa.

Estaba a punto de hablarle cuando escuché a John decir algo, aunque no pude distinguir qué, sabía que no iba dirigido a mí. Otee en la dirección que él estaba hablando, pero no pude ver nada. Más lluvia engullendo los obstáculos de los costados y el camino que se nos presentaba delante. Podía divisar, difícilmente, el edificio al cual nos dirigíamos, pero la tormenta le daba un tono lóbrego a todo y a penas podía discernir lo que veía.

Habrá pasado un minuto hasta que lo vi; un hombre alto vistiendo un chubasquero negro que se aproximaba a nosotros a paso lento.

-¡Encontrado personas! -pude oír esta vez a John.

-¿Cuántos? -me llegó su voz masculina a través del viento.

-¡Dos… tres! -corrigió al instante.

-¿Sanos? -cada vez estaba más cerca. Caminaba como alguien que ostentaba autoridad.

John nos escrutó un segundo, seguramente pensando que debería habernos inspeccionado por si teníamos alguna mordedura.

-Sí -sentenció sin más.

El hombre se detuvo, estaba a unos quince metros; podía sentir sus ojos sobre nosotros, escudriñándonos, analizándonos. De repente, se dio la vuelta y, con el brazo derecho, nos indicó que lo siguiéramos.

-Vamos -dijo John mientras se cruzaba de brazos, con intención de protegerse del frío.

No comments:

Post a Comment