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Demasiadas cosas están ocurriendo hoy y necesito escribirlas, para comprenderlas… y comprenderme a mí, de paso. Eduardo está ahora con Laura, Cristina y Claudia en su piso preparando la cena. Yo he aprovechado para llevar a Rambo a dar una vuelta y luego he venido como un imán a mi cuaderno. Quiero poner en palabras lo liberador que ha sido contar lo que sucedió con María. Es como si, al haberlo relatado, haya confirmado la realidad de aquella noche y ya no continúe existiendo únicamente en mi cabeza, en forma de pesadilla. No… sucedió, y yo aún estoy aquí.
En fin, hemos hecho un inventario de las raciones. Además, hemos compuesto un plan sobre «cómo, cuándo y cuánto» que Claudia ha bautizado adecuadamente «Triple C», en el cual nos basaremos a la hora de consumir dichas vituallas. No obstante, hoy nos hemos permitido algunos caprichos de los cuales todavía mi intestino se está quejando. Creo que no le hacía trabajar tanto desde las últimas navidades.
Es navidad… mejor dicho, mañana es navidad. Es cómico, si alguien me hubiese dicho las circunstancias en las que me encontraría en nochebuena, creo que, primero, no lo creería y, segundo, preferiría la muerte a tan horrendo destino. Sin embargo, hoy, después de todo lo que ha sucedido, me siento optimista. Espero que Eduardo aprecie el regalo que estoy a punto de hacerle, me costó trabajo encontrarlas; sé que a Claudia le gustará.
Bueno, eso es todo de momento. Volveré en navidad para hacer un poco más de «Marcoterapia».
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